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Productividad con felicidad

  • Enviado por: ASESCO

La productividad “a secas” tiene fecha de caducidad

¿Conoces a alguna persona o equipo que sea productivo, pero no celebre sus resultados? Hay personas tan ocupadas “haciendo”, que ni siquiera se plantean si están “disfrutando” de lo que hacen; dedican su tiempo y energía a lo que se espera de ellas. Sólo aquéllos a quienes la vida da algún sustillo, se replantean y ponen en valor si lo que están haciendo es lo que quieren hacer; internet está lleno de historias transformadoras similares. De ahí, mi propuesta de preguntarnos el “para qué” de lo que hacemos desde ya, para que no sea demasiado tarde, ni haga falta un cambio drástico.

La vida te regala cada día 24 horas para que tú decidas a qué dedicarlas: ¿las usas en aquello que más valor te aporta?

El tiempo que perdemos no vuelve, y es nuestra responsabilidad usarlo con sentido. No hace falta un análisis exhaustivo de cada cosa que hagamos, pero sí conviene una cierta consciencia del “para qué” lo hacemos. Es decir, mirar más nuestra brújula y un poco menos el reloj.

De la productividad a la happyctividad

La productividad sin felicidad no es saludable ni sostenible a largo plazo, mientras que la happyctividad o productividad feliz es imbatible, puesto que sus dos factores se retro-alimentan:

Happyctividad = Felicidad x Productividad (H = F x P)

Si tu KPI de la happyctividad es negativo, estás a tiempo de darle la vuelta antes de que se note en tu rendimiento o salud.

Y si la fórmula te da un resultado positivo, enhorabuena porque la felicidad y la productividad se retroalimentan mutuamente.

Lo más novedoso de esta fórmula es la posibilidad de anticipar problemas futuros de productividad cuando ésta aún es positiva; y es que, por muy alta que sea la productividad, si la felicidad es negativa, la happyctividad lo será también. Del mismo modo, una baja productividad también acaba minando la felicidad de cualquiera.

Por tanto, este nuevo KPI es muy beneficioso a nivel personal y empresarial, ya que permite anticiparse a los altos costes personales y económicos de las enfermedades y dimisiones, del bajo rendimiento, de la desmotivación y del absentismo.

Según datos publicados por la Red Española de Empresas Saludables, las personas felices son un 10% más productivas de media, permanecen el doble de tiempo en sus tareas, tienen un 65% más de energía, faltan un 10% menos, trabajan mejor en equipo, son más creativos, estratégicos e innovadores y son más adaptables y abiertos a nuevos retos.

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Invertir bien las horas multiplica su valor

Si hoy te dieran una cantidad relevante de dinero para invertir en Bolsa, imagino que valorarías las distintas opciones para saber cuál podría darte una mayor rentabilidad… Sin embargo, ¿qué valoración llevas a cabo cuando decides invertir tu tiempo en algo?,

¿comparas su beneficio con el de las tareas que dejas de hacer a cambio?

Yo te animo a convertirte en bróker de tu tiempo y ganar consciencia de los beneficios de cada tarea que llevas a cabo (del “para qué” de la tarea), especialmente en 3 casos:

  1. 1. Cuando se trate de una rutina, porque a veces estamos tan acostumbrados a hacer una cierta tarea y de una manera en concreto, que ni cuestionamos la forma de hacerla, ni la tarea en sí, que igual dejó de tener sentido hace meses – por ejemplo, dedicar los sábados por la mañana como siempre a limpiar la casa, cuando hace 1 año te subieron el sueldo y podrías permitirte contratar a alguien para que lo hiciese mientras tú disfrutas de ese rato en algo que te guste más.
  2. 2. Cuando lleves ya tiempo con esa tarea y/o estés fuera de plazo, porque a veces hemos invertido tanto en algo, que ya nos da pena dejar de hacerlo, pero puede que su relevancia se haya diluido en el tiempo – en este caso la pregunta sería: ¿la llevarías a cabo si tuvieras que empezarla ahora?
  3. 3. Cuando no estuviera programada, ya que te ayudará a ponerla en valor respecto de lo que tenías pensado hacer y entender el coste de llevarla a cabo; y si ambas cosas son importantes, pregúntate por su urgencia – por ejemplo: estás a punto de salir hacia un plan y te llama un cliente para pedirte un cambio en lo que le has entregado; como no te va a llevar demasiado tiempo, y quieres satisfacerle, te pones con ello en el momento, se lo envías y llegas a tu plan tarde, acelerado y disculpándote… ¿le preguntaste si podía esperar para el día siguiente? Es clave preguntar por fechas de tareas que nos piden “para ya”, porque “ya” es un término muy amplio que no ayuda a priorizar.

Y es que vida no hay más que una. De ahí, la importancia de preguntarnos por el valor de cada cosa que hacemos, y enfocar nuestra energía y tiempo a lo que más satisfacción nos proporcione a corto y largo plazo, asegurando una alineación con nuestros valores y propósito vital.