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“De pronto me di cuenta de que sufría”

  • Enviado por: ASESCO

…De pronto me di cuenta de que sufría, mi vida no tenía sentido, había dejado correr los años de mi vida tomando decisiones con las que no estaba completamente de acuerdo en lo más profundo de mi alma, y sin embargo lo había hecho, las había tomado y  me había convertido en la persona que no quería ser. Me había convertido en una persona que no era dueña de su vida, me había convertido en una persona prisionera de sus circunstancias, y lo más grave es que no sólo había malgastado mi vida, sino que además había implicado a terceras personas en mis erráticas decisiones.

¿Qué hacer ahora?, ¿cómo arreglar este desaguisado? ¿Cómo salir de este sin sentido en el que me encuentro?

Siento que no tengo esperanzas o que si las hay van y vienen y no permanecen, es la angustiosa sensación de vivir en una permanente desesperanza lo más angustioso que le puede ocurrir a un ser humano…

Esto me lo contaba hace algún tiempo un viejo amigo que desde luego no se encontraba en su mejor momento.

Él hablaba y yo escuchaba atentamente todo lo que me decía haciéndome una idea los sentimientos que intentaba transmitirme, sintiendo en mi propia piel lo que me contaba, los sentimientos de añoranza de que cualquier tiempo pasado fue mejor, los sentimientos de melancolía por lo que pudo haber hecho y no hizo, los sentimientos de tristeza por lo que pudo haber sido y no fue…

De pronto, en uno de los momentos más críticos de nuestra conversación, y no sé muy bien cómo, salió el tema de la positividad y de cómo el optimismo puede ayudar a las personas. Cuando hablamos de positividad y optimismo no queremos hablar de ser ilusos ni de vivir en los “mundos de yuppie”, sino de encuadrar dentro de nuestras vidas un sentimiento de esperanza y de un mejor por-venir más pronto que tarde. Pues en determinados momentos cuando se está en lo más profundo de las miserias humanas –y no hablo de la miseria económica necesariamente, que sin embargo también las hay- como decía, cuando  ya no cabe caer más bajo, entonces sólo queda escoger un remedio, o desaparecer o empezar a subir.

Divagábamos acerca de estos y otros pensamientos y elucubraciones en torno al optimismo cuando me acordé de aquellas personas que habían sufrido el exterminio de los campos de concentración nazi, y de cómo muchas habían sobrevivido a las cámaras de gas y las interminables y horrendas vejaciones a las que fueron sometidos. Me acordé de cómo hablaban de sus experiencias y de lo que les ayudó a vivir día a día, “la esperanza de un día mejor”.

Es cierto que fueron muchas las criaturas que allí se quedaron, pero también es cierto que de las personas que sobrevivieron un rasgo determinante fue el optimismo y las ganas de vivir. Muchos de ellos hablaban de que la libertad está en la mente, y que esa libertad y esa fuerza en la que pensaban y visualizaban era la que les mantenía en pie y les hacía resistir la barbarie que estaban padeciendo.

Para cada persona, su sufrimiento, sea el que sea, y por el que están pasando ellos solos o acompañados,  es en esos momentos de angustia  lo peor que les puede pasar ya sea un sufrimiento real o imaginario. Por eso yo le decía a esta persona, no quiero que te consueles ni te refugies en lo que te voy a decir, pero piensa lo que pasaron y sufrieron aquellas personas que vivieron el holocausto nazi y lo que consiguieron al sobrevivir. No quiero decir eso de “mal de muchos consuelo de tontos”, sin embargo, párate un momento y reflexiona.

Realmente, y aún a sabiendas de la actual situación que ha llevado y lleva cada día  a la desesperanza a muchas personas te hago esta pregunta, ¿te puedes llegar a imaginar como te sentirías si estuvieses  preso en un campo de concentración sin saber si vas a morir mañana? ¿Cómo te sientes tú?

En algún lugar y en algún momento comenzará a crecer la yema de la esperanza que traerá un mundo mejor. Te deseo querido amigo  que lo veas pronto y que salgas adelante.

“El que quiera vivir tranquilo sus días, que no se fije en los que son más felices que él, sino en los que son más miserables”
– Lorenzo Pignotti – (poeta italiano)

“La felicidad, como el arco iris, no se ve nunca sobre la casa propia,
sino sólo sobre la ajena”
– Proverbio alemán –

José Miguel Gil
Psicólogo  & Coach Profesional.
Miembro de la Asociación Española de Coaching.
josemiguel@coanco.es
www.coanco.es