Además de trabajar, de vez en cuando me toca hacer alguna compra, y rara es la ocasión que no oigo alguna que otra perla en las líneas de caja de la misma empresa.
Esto fue lo que me ocurrió ayer en un supermercado de una importante empresa del sector, de esas cuyo modelo de gestión es de las que se estudian en las escuelas de negocio.
Escuché el siguiente comentario que brevemente transcribo aquí, se realizó de caja a caja, y debido a la distancia, con el suficiente volumen de voz como para que la compañera se enterara, al igual que se enteró un servidor y las personas que estaban delante de mí.
Le dice una cajera a otra:
Pues yo cada vez que tengo que venir a trabajar sabes lo que pienso, pues ¡que vengo a la cárcel! … y se quedó tan pancha
Cuál sería mi cara cuando la muchacha se dio cuenta de que me había enterado, que se quedó “cortada”. No sé quién se pensaría que era.
Esto lejos de ser una anécdota, para uno que se dedica profesionalmente a “escuchar y atender a personas”, es revelador, sobre todo porque en distintos supermercados de la misma cadena me encuentro con escenas repetidas, en las que las cajeras, hombres o mujeres, sin distinción de sexo, hacen comentarios respecto a sus compañeros, jefes, y hasta de algunos clientes.
En una ocasión, y en una repetición de una escena similar, pusieron verde a una señora que había pasado 3 puestos por delante de mí en la cola del supermercado. Yo pensé en aquel momento, el atrevimiento de esa trabajadora, sin saber quién le podía estar escuchando, o si cualquiera de los allí presentes podía conocer a dicha persona. Dicho sea de paso una conocida abogada de Marbella.
Pero vamos, que lo mismo le dan el repaso a la abogada, como al vecino de arriba, como al que aquí escribe esta reflexión
Mi deliberación de hoy viene motivada por todas estas pequeñas “perlas” que alegremente sueltan las cajeras de esta empresa.
Me pregunto yo, ¿qué pasará aquí para que una persona piense que va a la cárcel cuando va al trabajo?
Todos sabemos cómo afecta la motivación al rendimiento en el trabajo, y cómo eso repercute en la empresa, tanto de forma positiva cuando hay un buen ambiente, como de forma negativa cuando el ambiente no es el más favorable.
Lo peor de todo es que también afecta a los clientes.
La verdad, yo me siento incómodo cuando escucho algún comentario de ésta índole. No sé si les pasará a ustedes, a lo mejor lo mío es deformación profesional o ¿es que soy muy sensible?
Saludos cordiales
José Miguel Gil.
Coach Profesional
CAC 10161.
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