Relata Ovidio que Pigmalión, rey de Chipre, buscó durante mucho tiempo una mujer con la que casarse. Era tal su exigencia sobre su belleza que ninguna de las mujeres que conocía era suficiente para él. Se dio por vencido y se dedicó a esculpir bellas estatuas. Tallaba con gran habilidad y destreza piezas únicas que mostraban la belleza. Un día creó la más bella de sus esculturas, esta vez con forma de mujer. Galatea. Sus rasgos rozaban la perfección, su cuerpo de marfil era tan suave como frío. Una vez que pulió los últimos detalles y acabó, la miró e inmediatamente quedó enamorado de su creación, hasta tal punto que empezó a hablarle como si pudiera escucharle, empezó a acariciarla como si pudiera sentirle. Dicen que incluso alguna vez yacía abrazado a ella. Una de esas noches (por la intervención de la diosa Afrodita, diosa griega del amor y la belleza) Pigmalión soñó que Galatea cobraba vida.
Ovidio lo relata así: “Pigmalión se dirigió a la estatua y, al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto se ablanda a los rayos del Sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo. Al verlo, Pigmalión se llena de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatua otra vez y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos.”
Cuando Pigmalión despertó de su sueño, se encontró con Afrodita, que conmovida por la pasión que sentía por Galatea, le dijo: “mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal“. Galatea empezó a respirar y la sangre a recorrer sus venas.
Este relato podría pasar por un simple “cuento” pero encierra una esencia poderosa que dió lugar al “Efecto Pigmalión” El Efecto Pigmalión es el resultado que se obtiene cuando tratamos a alguien con la creencia de que posee determinados atributos o características.
El ejemplo más conocido se produce cuando en el año 1968 Robert Rosenthal y Lenore Jacobson realizan un experimento en un instituto de secundaria.
En el inicio del curso hacen una prueba a 300 estudiantes con un nivel medio de inteligencia. Sus resultados fueron similares, sin embargo Robert Rosenthal y Lenore Jacobson falsearon conscientemente los resultados de 30 de los alumnos para que fueran sensiblemente superiores al resto. Se informó de tal circunstancia al equipo docente. Aquí acabó la intervención de estos dos investigadores.
Al acabar el curso volvió a hacerse una prueba similar a los 300 alumnos y he aquí lo asombroso del resultado. Treinta de estos alumnos mostraban un nivel de inteligencia superior al del resto. Eran los mismos 30 alumnos a los que se les había “falseado” el resultado de la primera prueba.
¿Cuál es la explicación? Sencillo. Los profesores enterados de las “capacidades” de ese grupo, les prestaban más atención, le repetían las cosas cuando les costaba entenderlas. Todo ello porque “sabían” de sus capacidades para entender, analizar y aprender. En todas sus clases, los profesores, se esforzaban en facilitar su aprendizaje y el desarrollo de su talento. Es decir, los trataban como si fueran realmente “más inteligentes y su actitud era diferente hacia ellos.
Seguro que os ha pasado…Podemos favorecer el “crecimiento” de alguien en alguna de sus dimensiones tratándola como si hubiera alcanzado ese nivel.
Si quieres ayudar a que alguien sea cariñoso, agradécele su cariño. Si deseas que tu hijo sea independiente, trátalo como tal y alábale su independencia. Si quieres que alguien empiece a confiar en si mismo, hazle notar sus puntos fuertes.
¿Qué mejor regalo para hacerle a alguien?
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