La sociedad está experimentando un crecimiento y unos cambios profundos. Entre otros está el rápido desarrollo de nuevas tecnologías, que exige de nuevos enfoques y principios metodológicos para el manejo, procesamiento y tratamiento de la información. Esto requiere el dominio de nuevas competencias básicas en los estudiantes de nuestra sociedad, basadas en principios de coaching educativo.
Los cambios en el conocimiento han dado lugar a una gran cantidad de investigaciones sobre cómo hacer el aprendizaje más eficiente. El aprendizaje autorregulado es un concepto que se ha desarrollado durante los últimos 30 años con el fin de satisfacer estas demandas (Winne, 1995). Los estudiantes autorregulados disponen de los conocimientos necesarios para aprender de forma efectiva, tanto en la escuela y más tarde en la vida. Esto implica un cambio de paradigma en la investigación sobre el aprendizaje y la instrucción, lo que lleva a un enfoque en el cual el estudiante es un agente activo en el proceso de aprendizaje.
Debido a la gran cantidad de evidencia empírica, ahora existe un consenso sobre la eficacia de la autorregulación del aprendizaje en el rendimiento académico (Winne, 1995, Zimmerman, 1990; Zimmerman y Martínez-Pons, 1988), así como la motivación en el aprendizaje (Pintrich, 2000). Además, el aprendizaje autorregulado es un factor clave para el aprendizaje permanente. Proveer a los estudiantes con conocimientos y habilidades sobre cómo autorregular su aprendizaje les ayuda a mejorar su motivación, comportamiento y actividades metacognitivas con el fin de controlar su aprendizaje (Zimmerman, 1998).
Todos los estudiantes tienen el poder y la habilidad de llegar a ser smart learners si aprenden y emplean técnicas de autorregulación (Ashton, 1985). Gracias al programa cíclico del aprendizaje autorregulado los alumnos se autoobservan y se autoevalúan, establecen objetivos, y ajustan las estrategias según sus necesidades y el contexto de aprendizaje en concreto, mejorando así su rendimiento y resultados.